Creencias filtros de la realidad
En este artículo aprenderás cómo tus creencias son partícipes activas en la realidad que estás experimentando en este momento. Las creencias actúan como filtro de la realidad. Son como Switches
Prenden o apagan tu enfoque. Voy a darte un ejemplo concreto Vamos a suponer que creo que la inteligencia es innata o sea, no hay nada que pueda hacer una persona para ser más inteligente. Se nace inteligente o no se nace inteligente.
Con esa creencia en todo mis ser…
¿Tú crees que me pondría a leer sobre los últimos avances de la neurociencia en materia de aprendizaje? ¿Qué practicaría técnicas nemotécnicas? La respuesta es un rotundo NO.
¿El motivo? como dije anteriormente las creencias actúan como swiches.
Creencias filtros de la realidad
¿Qué pasa si una persona cree que se nace con buena suerte o no? ¿Qué pasa si una persona cree que sin importar lo que haga su vida seguirá igual? Toda creencia genera consecuencias. Por lo tanto, es extremadamente útil analizar las creencias NO desde el punto de vista de si son verdaderas o falsas. Sino, desde el punto de vista de ¿Qué va a generar en mí el creer esta creencia? Quiero ejemplar lo dicho contándote una historia extraída de mi curso Tu Capital Cultural.
Creencias filtros de la realidad
Tus creencias influyen en tu aprendizaje y en tu memoria.
Si vos crees que tenés una buena memoria para las calles, le vas a dar importancia y vas a prestar atención a cada nombre de calle que veas, quizás luego incluso te pongas a estudiar o a expandir tu conocimiento previo.
En cambio si vos no crees que tenés una buena memoria, es muy seguro que incluso si la tuvieras no la ejercitarías simplemente por el hecho de que al no creer que te es posible ni siquiera vas a intentarlo.
Todas las personas que tienen una memoria “privilegiada” sobre algo en particular tienen un sólido sistema de creencias que les brinda soporte a sus resultados. Uno de los pilares fundamentales a la hora de estudiar y aprender mejor es construir creencias que den soporte a lo que querés lograr.
Este es el primer paso, porque si no crees que lo podés lograr por más que luego aprendas técnicas específicas sobre cómo memorizar, no las vas a poner en práctica porque crees en otra cosa.
Las creencias podrían ser a modo de ejemplo: “El estudio es importante para mí porque me hace crecer como persona”. “Me es fácil memorizar las cosas que para mí son importantes”. “Mientras más estudie tanto más voy a poder ayudar a otros”. “Apenas termino de leer un libro pongo en acción lo que aprendí para seguir mejorando constantemente”.
En su libro Master your mind Desing your destiny,[1] el autor Adam Khoo cuenta la siguiente historia: “Durante muchos años solía creer que era un tonto en matemáticas. Esa creencia limitante impedía que diera lo mejor en esa materia.
Como todas las creencias, la mía empezó con una simple idea cuando luchaba por entender las tablas de multiplicación siendo niño. A la edad de cinco años, muchos de mis primos entendían rápidamente las tablas de multiplicar.
Por alguna razón, yo no podía entender lo que significaba “multiplicar” y me costó muchísimo memorizar las tablas.
Cada vez que me equivocaba, mis padres se decepcionaban. Como resultado, empecé a odiar las matemáticas.
No podía entender por qué los otros niños podían multiplicar y yo no. A partir de ese día empezó a formarse la idea de que yo era un tonto en matemáticas. Luego, en un día de clases, mi profesora decidió tomarnos una prueba sobre tablas de multiplicar.
Naturalmente la mayoría de mis compañeros lo hicieron fácilmente. Cuando llegó mi turno me preguntaron cuánto era 5×3. ¡7! Grité. Toda la clase se empezó a reír llamándome “estúpido”. Esta experiencia brindó más soporte a la creencia de que era un tonto en matemáticas y empecé a reforzar esa idea convirtiéndola en una creencia.
De esa manera me fue mal en todas las clases siguientes de matemáticas. Imaginaba que me iba a ir mal y no me preocupaba en hacer la tarea. ¿Para qué? Era una materia estúpida y no me iba a ir bien hiciera lo que hiciera.
Como resultado, me fui quedando más y más atrás de toda la clase. Naturalmente, seguí fallando en mis pruebas reforzando cada vez más la creencia de que era un tonto en matemáticas. Lo que más reforzó esta creencia fue que mi mamá me haya dicho que no me preocupara porque ella también había fallado en matemáticas cuando estudiaba.
No había nada que yo pudiera hacer debido a que probablemente lo había heredado de sus genes. Esto terminó de darle forma a mi creencia y dejé de practicar los problemas, y de estudiar. Mi vida cambió cuando me di cuenta de que ser tonto en matemáticas no era más que una creencia negativa. Me parecía una verdad porque yo la creía así.
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Elegí generalizar cada experiencia para dar soporte a esta creencia. Empecé a recordar y desafiar las evidencias que reforzaban esa creencia. Me di cuenta de que las evidencias no eran más que interpretaciones de experiencias previas. Ellas podían significar miles de cosas distintas. El hecho de que no entendiera las tablas de multiplicar no significaba que era un tonto, significaba que nunca me habían enseñado de una manera en que yo las pudiera entender. Empecé a buscar contra-ejemplos a la evidencia de mi antigua creencia.
Luego me empecé a preguntar ¿Qué creencias me gustaría tener? ¿Qué creencia me llevaría a dar lo mejor de mí? Encontré una: “Soy un genio en las matemáticas”. La nueva creencia me motivaba. El problema era que no tenía evidencias o ejemplos para dar soporte a esta nueva creencia. Así que ¿Qué hice? Empecé a crear nuevas evidencias.
En la secundaria empecé a practicar problemas de matemáticas que podía manejar con mi nivel. Continué así lentamente. A medida que iba resolviendo problemas, empecé a reforzar mi nueva creencia. Obviamente, estaba muy lejos de mi clase pero había decidido alcanzarlos. Luego de varias horas extras de práctica, durante mis vacaciones de verano, ya era capaz de manejar problemas de matemáticas que mis compañeros estaban estudiando. Empecé a entender los conceptos y fui capaz de resolver más y más problemas.
Tenía más y más referencias para dar soporte a mi nueva creencia. Lo que le dio a mi nueva creencia un súper refuerzo fue una experiencia que tuve en la secundaria. En ese tiempo nos iban a enseñar un tema nuevo al que todos temían. “Matemática adicional”. Nos habían dicho que era extremadamente difícil y que mucha gente fracasaba cada año.
Cuando mis amigos fueron a la nueva clase, ya se habían auto-saboteado mentalmente porque habían plantado esa idea dada por nuestros maestros. Sin embargo, por alguna razón yo fui el único en leer el primer capítulo del libro de esa “difícil materia” la noche anterior. Naturalmente no entendí todo lo que leí, pero empecé a preguntarle a los chicos que estaban más adelantados y me dieron una clara idea de lo que eran las “funciones lineales”.
Al día siguiente cuando la profesora empezó a enseñar el tema nuevo, toda la clase se encontraba perdida, pero debido a que yo había leído la noche anterior, era el único que parecía saber del tema. Luego ella preguntó quién se ofrecía como voluntario para resolver uno de los problemas del pizarrón. Todos se miraron mutuamente y empezaron a rascar sus cabezas.
Yo me levanté, me dirigí al pizarrón y escribí la solución del problema. Todos, incluso la profesora, estaban impresionados. Su experiencia con clases anteriores había sido que nadie había resuelto un ejercicio de esa materia el primer día.
Debido a que era nuevo en la clase y mis nuevos compañeros no sabían nada de mi historial, me miraron como si fuera alguna clase de genio. Me sentí realmente bien y empecé a disfrutar de mi nueva identidad de ser un “Genio matemático”.
Empecé a crear el hábito de leer un día antes lo que íbamos a ver en la clase siguiente, poniendo un esfuerzo extra en todas mis materias y pruebas. Rápidamente, con todo el trabajo duro logré la nota más alta de toda la clase.
Esa nueva experiencia reforzó aún más mi nueva creencia. Ese es el increíble poder del cambio de creencias”. [1] Khoo Adam, Master your Mind Design your destiny, Singapur, Adam Khoo Learning, 2004, (pp109-113)
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¡Muchas Gracias!
Hernán Rubén Vilaró
Practicante Básico y Avanzado de la Ley de la Atracción Certificado
Practitioner, Master, Trainer y Master Coach en Programación Neurolinguistica Certificado
Life Coach y Master Life Coach Certificado
Creador de los Cursos PNL 2.0
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